“Este avión
debería estar en un museo”
(Stallone)
“Nosotros
también”
(Schwarzenegger)
Escribe: Raúl Lizarzaburu.- En
2010 Sylvester Stallone dirigió, además de ser coautor del guión y protagonista, Los indestructibles, ejercicio de acción sobre un escuadrón de mercenarios que cumple una
misión en una imaginaria isla del Golfo de México donde un corrupto general ha
tomado el poder. Este filme tenía como principal atributo el juntar a diversos
íconos del género, de los cuales algunos parecía impensable en apariencia que
compartan pantalla, como Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger, con otros como
Dolph Lundgren, Mickey Rourke, el chinito Jet Li y la figura actual, Jason Statham.
El éxito impulsó a hacer una secuela, Los indestructibles 2 (The Expendables 2, 2012) con
algunos cambios en el reparto, pero ya no dirigida por Stallone, sino por Simon
West, que no es precisamente Sam Peckinpah pero tiene cierto oficio (Con Air y El especialista con Statham son sus dos mejores trabajos), aunque
el ex Rambo es nuevamente coguionista (con Richard Wenk, basado en una historia
de Ken Kaufman, David Agosto y el propio Wenk) e interpreta a Barney Ross, que
esta vez por encargo de Church (Bruce Willis) debe ir hasta Albania para
recuperar un cargamento de plutonio antes de que caiga en manos de Vilain
(Jean-Claude van Damme, aquí del lado de los malos), pero no solo es demasiado
tarde, sino que además le cuesta la vida a uno de sus hombres (Liam Hensworth),
y significa dos retos para Barney y su gente (acá Willis y Schwarzenegger
tienen más protagonismo): aparte de recuperar las toneladas de material
radiactivo antes de que sea usado para armas nucleares, debe vengar la muerte
de su pupilo. Además, claro, Church se molesta y lo conmina a ir en su búsqueda
y le encarga a Maggie, una joven asiática (la chinita Nan Yu) para que se sume
a su equipo, lo que Barney acepta a regañadientes.
Esa es la anécdota. Lo que viene, mientras buscan en Albania a
Vilain (odiado también por los habitantes del lugar, que lo enfrentan), que
esclaviza personas en su planta para fabricar las bombas, son escenas de adrenalina
constante y por momentos rayanas en el cine bélico: balaceras, explosiones,
combates cuerpo a cuerpo, artes marciales, sin bajar el tono en ningún momento.
En el camino se les suma Booker (el ya setentón Chuck Norris, que no actuaba
hace siete años) y Trench (Schwarzenegger), que se burlan de sí mismos: a uno
le ponen la tonada de Lo bueno, lo malo y lo feo y le preguntan “¿tú no eres el
lobo solitario?”, en alusión a su personaje de McQuade, y el otro dice su
famosa frase “I’ll be back” de Terminator. Abundan toques de humor como
el del epígrafe. No podemos pedir exquisiteces: así nomás no se ve juntos a tantos
iconos del género, y el resultado es un eficaz divertimento de acción. En ese
sentido quizá supera a la anterior. Desde ya se rumorea una tercera parte, y
nos imaginamos a otros nombres como Steven Seagal, Jackie Chan o Michael
Dudikoff, si hablamos de estrellas del género recicladas de los ochenta, para
integrarse al reparto.