El destacado director de teatro Alberto Sarraín estrena esta noche en el Teatro Abanico, Cartas de amor a Stalin, obra del dramaturgo Juan Mayorga, premio nacional de teatro de España. Cartas de amor a Stalin es, según su autor, una fantasía teatral, la cual se levanta sobre tres hechos reales: la censura que sufrió el escritor soviético Mijail Bulgakov, a consecuencia del recrudecimiento ideológico contra las estéticas de la vanguardia y a favor del realismo socialista; las múltiples cartas que escribió a Stalin, solicitándole autorización para salir del país y finalmente la llamada que le hiciera Stalin el 14 de abril de 1930, momentos después del suicidio de Vladimir Mayakovsky, que inexplicablemente se cortó. La citada puesta en escena cuenta con las actuaciones de Mauricio Rentería (Mijail Bulgákov), Mabel Roch (Yelena Bulgákova) y Larry Villanueva (Iosif Visarionovih Stalin) quienes interpretan a personajes históricos y fantásticos a la vez, en los que pueden recrear una amplia gama de situaciones, emociones, signos y señales de riqueza extraordinaria. Precisamente para que nos cuente sobre la obra Miami en Escena fue en busca de su director. Allí va.
-¿Cómo surge la idea de montar Cartas de amor a Stalin?
-Leo mucho teatro. Algunas veces porque lo busco y otras porque los autores me mandan sus obras. Es un ejercicio profesional, siempre pensando en cuál será la próxima puesta. Tengo un archivo en dónde guardo obras que me gustaría dirigir. Algunas de ellas, como Romance de lobos de Valle Inclán, sé que probablemente no las dirigiré nunca. La producción que demanda está fuera del alcance de un director que se mueve en la estética de la miseria como yo. Pero otras obras posibles tienen que encontrar su momento. Un momento determinado por circunstancias a veces sociales, a veces económicas, a veces actorales.
Leí hace unos años ya, no recuerdo cuántos, Cartas de amor a Stalin, atraído por un título que es un oxímoron. Ya conocía algunas cosas de Mayorga y sabía de sus textos llenos de ideas, ironías y sobre todo textos en los que el juego escénico trasciende la palabra. Textos escritos para ser puestos, que contienen de alguna manera un pacto entre el espacio, la acción y la palabra. También sabía de su trabajo con el grupo Animalario, de Madrid, uno de las mejores compañías de España.
-¿Cuales son los puntos y/o escenas más significativas de la puesta en escena?
-En la lectura de Cartas de amor a Stalin, encontré a uno de mis personajes favoritos, Mijaíl Bulgákov. Mi amigo, Carlos Espinosa, me había regalado hacía años una preciosa edición de El Maestro y Margarita y me prometió en la dedicatoria que me encantaría. No se equivocó. La novela de Bulgákov se mueve entre la patética realidad de los personajes soviéticos de la época y la sátira que protagonizan un grupo de demonios que están de paso por la ciudad y que ponen en jaque la férrea ideología stalinista de la década del 30 del siglo pasado. Funcionarios, burócratas, oportunistas, escritores de baja estofa sufren desde la más infantil humillación de dejarlos desnudos en medio de la ciudad, hasta el asesinato. Después lo revisité a través de la lectura de la adaptación teatral que el dramaturgo cubano, Alberto Pedro, hizo de la novela de Bulgákov, Desamparado. Creo que la venganza literaria de Bulgákov contra el mundo que lo sojuzgaba es una acción que se expande en el tiempo y nos incluye y permite de alguna manera sentirnos vengados de nuestros mundos particulares.
-¿Estamos ante un obra teatral que le rinde tributo al dramaturgo ruso Mijail Bulgákov?
-Pero la obra de Mayorga, no es ni un homenaje a Bulgákov, como muchos me dicen, ni una obra histórica en el sentido más estricto de esa definición. Como él autor dice en el programa del estreno de la obra en el Teatro María Guerrero, Cartas de amor a Stalin es una “fantasía teatral”, que se erige sobre verdades históricas, pero que su sentido fundamental no es contarlas, sino cuestionarlas, confrontarlas, ampliarlas hasta que lleguen a nosotros.
-El tema de la censura se pone de manifiesto en esta pieza, ¿Bulgákov pudo luchar con la censura?
-La relación entre el arte y el poder, o entre el poder y cualquier cosa, es siempre una relación de fuerza y la han ejercido a través de la historia de la humanidad las instituciones más disímiles del gran espectro social del hombre. Quizá la más notoria la ejerce el hombre sobre la mujer, desde el patriarcado hasta nuestros días. El cristianismo a través de diferentes organizaciones e iglesias surgidas durante estos dos últimos milenios, ha ejercido el poder de manera paradójica con el principio de amor que subyace en la esencia de su filosofía. El poder político, en nombre de una coartada ideológica ha masacrado la humanidad. Todos nosotros hemos ejercido alguna vez cierto poder, digamos doméstico, contra los derechos del más débil. Quisiera ver cuál de los padres que exigen a los niños una hora inflexible de comidas y baños, son capaces de dejar una actividad motivada por un horario. ¿Serían capaces los dueños de mascotas que les dan pienso como alimento en nombre de la salud del animal, de hacer ellos lo mismo? ¿Se tomarían todos los días un batido nutricional en lugar de un buen filete, o una paella o un flan? El arte es una vanguardia social, habita márgenes, evita el centro. Esto lo hace débil, aislado, pobre casi siempre y depende de alguna manera, de los otros para existir. El poder sabe que necesita del arte para legitimarse y el arte necesita el reconocimiento social, que llega siempre a través del poder. Cuántos artistas murieron en la miseria de su tiempo y sólo encontraron el reconocimiento después. Cartas de amor a Stalin, penetra en ese mundo de necesidades y reconocimientos, nos sacude, nos alerta, nos conmueve y nos equipara.
Estreno: 20 de abril y va hasta el 13 de mayo.
Viernes y sábados: 8:30 p.m. Domingos: 5:00 p.m.
Entrada: $ 20.00.
Teatro Abanico
3138 Commodore Plaza
Miami, Florida 33133