Bayly, Gina Sandoval y Carmen Ollé
Recuerdo de una fugaz interviú
En el campo periodístico, la carrera que amo desde que tenía 13 años, es decir mucho antes de descubrir sus seducciones y encantos, he tenido grandes maestros los cuales me formaron. Juan Gargurevich, Paco Igartúa, Jesús Reyes, César Rojas Belaunde, entre otros. Pero eso no es todo, también cuento con un graneado grupo de
extraordinarios colegas y amigos –todos están en Perú-, los cuales hasta hoy me tienden la mano para poder seguir adelante con la publicación de mis arrebatados escritos y mis terribles fotos. Precisamente en este grupo, podemos ubicar a Gina Sandoval, periodista y una de los puntales de la sección de Economía y Negocios del diario Perú 21 del grupo El Comercio. Un día, –de esto hace más de siete años-, quedé con ella en salir a tomar un café y por consiguiente pasar por Expreso, su ex casa editora para recogerla. De pronto me llamó a la redacción de la revista en la cual laboraba en esos momentos.
Recuerdo de una fugaz interviú
En el campo periodístico, la carrera que amo desde que tenía 13 años, es decir mucho antes de descubrir sus seducciones y encantos, he tenido grandes maestros los cuales me formaron. Juan Gargurevich, Paco Igartúa, Jesús Reyes, César Rojas Belaunde, entre otros. Pero eso no es todo, también cuento con un graneado grupo de

“Vuela” –me dice nerviosa a través del hilo telefónico- ¿cómo?, le respondo, si ven rápido o te la pierdes, el niño terrible está en nuestra redacción firmando su libro “Yo amo a mi mami”. En ese momento me olvidé que estaba elaborando mi reportaje de cierre de edición. Abandoné mi escritorio, cogí una grabadora y volé, literalmente, a las instalaciones del diario Expreso que se ubica en Miraflores. Al llegar llamé a mi amiga. Al salir al lobby a recibirme me dice que lo lamentaba mucho que no podía hacerme pasar porque Bayly era en ese instante exclusivo de ese diario y que si ella me hacía ingresar peligraba su puesto de trabajo. La entendí. Es más casi lloro por el drama que me hizo. Pero en ese instante se me ocurrio decir la frase mágica: “me orino, por favor, ya no aguanto más” a lo que ella respondió “si por supuesto pasa” , al tiempo que le pidió permiso al guardia de seguridad. Una vez instalada en el baño, comencé a idear una forma como llegar al niño terrible que hasta ese momento nunca lo había visto en mi vida sólo a través de la caja boba. Al salir directamente a la sala de redacción de Expreso, observe a todo el plantel del mismo adulando a Jaime. Nadie se dio cuenta que había una intrusa en las instalaciones del mismo. De pronto escuché que se despidió. Las chicas y los muchachos estaban distraídos y excitados con la presencia de Bayly. Razón de sobra para no percatarse de mi presencia. Los minutos se pasan y empieza a salir por el corredor, aceleré mis pasos y me acerqué discretamente a él, saqué mi grabadora, cual Pedro Navaja saca su pistolón antes de un atraco en Nueva York, y empecé a disparar, perdón a interrogar a Jaime Bayly. No me identifique por obvias razones, pero en ese instante me sentí delincuencial por estar en ese espacio, aún así, le pedí permiso para hacerle algunas preguntas a lo cual el respondió que sí amablemente. Así empezamos hablar de literatura, poesía, y otras pulgas más. De pronto le pregunté si había leído a la poeta Carmen Ollé, célebre por sus libros Noches de adrenalina y Las dos caras del deseo, la misma que se proclamaba a diestra y siniestra su fiel admiradora. “Por supuesto que he leído a Carmen, es más me gusta mucho y si la vez mándale mis saludos”, nos dijo Jaime en esa oportunidad. Finalmente, dio por finalizada nuestra charla diciéndome “Muy buena tu entrevista…te felicito”, por supuesto que agradecí el piropo y al guardar mi pequeña grabadora en mi gabán sentí cien mil miradas encima preguntándose ¿Y quién es esa instrusa?...con la sangre en la cara y sin saber que hacer me arme de valor y me retiré. Mi entrañable amiga, la cual observo todo el momento de la interviú, no me censuro, todo lo contrario, fue mi cómplice, sólo me pidió que salga discretamente del diario. Era imposible, los cronistas del espectáculo estaban furiosos por mi invasión, los de culturales igual y comenzaron a llamar al guardia de seguridad para solicitarle que arrojen a la intrusa que tuvo el atrevimiento de entrevistar a Jaime en sus instalaciones, mejor dicho, en sus caras peladas. Claro, estaban total y absolutamente picones que una infiltrada les arrebate temas que Jaime jamás tocó cuando los colegas del diario celeste lo entrevistaron. Al verla a Gina que me acompañaba la denunciaron cruelmente. Finalmente, como suele suceder, mucho ruido y pocas nueces. No la despidieron a Gina, publiqué mi entrevista en la sección cultural del magazín en el cual laboraba en ese entonces y Carmen Ollé recibió un hermoso ramo de rosas de parte de Jaime Bayly en agradecimiento al apoyo de ésta a su incipiente carrera de escritor. Gracias Jaime por esta experiencia. De otro lado, a mis amigos lectores les cuento que mañana les ofreceré una nota sobre el estreno del programa de mi compatriota en suelo miamense el mismo que se estrena hoy vía Mega TV. Entonces hasta la medianoche, momento en que colgaré mi opinión sobre lo que será su nueva travesura del niño terrible que ya no es un niño sino un hombre que pese a guardar la chispa de la vida ya se trasluce maduro pero igual de encantador.
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